30 de julio para no olvidar

El 30 de julio de 1975, fue reprimida y masacrada la protesta del movimiento estudiantil aglutinados en la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS). La razón de la protesta fue el allanamiento del Centro Universitario de Occidente y otros atropellos a la población estudiantil. Los principales responsables fueron el Ministro de Defensa y Seguridad Pública, General Carlos Humberto Romero y el Coronel Arturo Armando Molina, quien fungió como Presidente de la República.

El miércoles 30 de julio de 1975, alrededor de las 2:30 de la tarde, salió una marcha de estudiantes desde Universidad de El Salvador (UES) y jóvenes organizados de educación media, desde el portón principal de la Facultad de Ciencias y Humanidades.

La razón de la protesta fue el allanamiento al Centro Universitario de Occidente y otros atropellos a los derechos humanos cometidos a los estudiantes entre los días viernes 25 y martes 29 del mismo mes y año en la ciudad de Santa Ana, por parte de los cuerpos de seguridad de la Guardia Nacional, Policía de Hacienda, y Policía Nacional.

Cerca de las 4:30 de la tarde, la marcha estudiantil fue violentamente reprimida, sobre la 25 Avenida Norte a la altura de un paso a desnivel, frente al edificio del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, en la capital salvadoreña. Los agentes policiales arrojaron gases lacrimógenos, y dispararon con armas de fuego, matando a varios de los participantes en la marcha al instante.

Los manifestantes fueron acorralados en el paso a desnivel con tanquetas que aparecieron detrás de ellos, las cuales pasaban sobre los cuerpos de los heridos, y obligaron a algunos a saltar a los niveles inferiores de dicho tramo.

El número de muertos aún se desconoce, debido a que los agentes de seguridad bloquearon el paso del lugar y rápidamente recogieron los cuerpos y limpiaron la sangre de las calles, según observadores, con agua y jabón.

Periódicos locales con línea de derecha publicaron la muerte de una persona en el incidente, en un intento de invisibilizar la masacre estudiantil, mientras, según indagaciones posteriores se estima que murieron alrededor de 50 personas.

En un comunicado de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS), con fuentes testimoniales de familiares y periódicos locales de la fecha, reportaron que el número de fallecidos superó los 100.

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